Anoche se llevó a cabo la ceremonia de premiación del 26º Concurso Literario de Cuento Breve. El jurado estuvo compuesto por : la escritora Cristina Loza, la profesora Marta Groube, la profesora María Luisa Gisbert, la profesora y escritora Elvira Uva, la profesora y poeta Carolina Contino, la Directora de Cultura de la Municipalidad de La Falda, Alicia Auferil, y la escritora Mónica Sacco.
Hoy nos complace publicar el cuento ganador del 1º premio:"SIMBOLISMO DE MITRE", de Nicolás Demaría. Disfruten.
SIMBOLISMO DE MITRE
El 1 de junio entré al cuarto de
herramientas en la casa de mi abuelo. El cuarto había permanecido cerrado desde
el año 2001, cuando la memoria de mi abuelo falló definitivamente. Crucé el
patio con la llave vieja en la mano caminando distraídamente. Forcejeé un poco
con la cerradura. Tanteando con la mano derecha pude encontrar el interruptor
de luz. Cuando prendí, vi que la habitación estaba llena de billetes. De pared
a pared y de piso a techo todo lo que se veía eran billetes. Me quede parado no
sé cuánto tiempo, el tiempo suficiente para que se me zafara lo tonto de
adentro. Estiré la mano y agarré unos papeles ¡Eran todos billetes de dos
pesos! Mi cabeza no elaboraba teoría suficiente para explicar tan absurdo
descubrimiento. Una vez superado el asombro, la pregunta era: ¿cuánto dinero
había ahí dentro? Me bastaron unos minutos para darme cuenta lo cansador que
era contar ese dinero. Inmediatamente me di cuenta de un segundo problema, este
muchísimo más grave que el anterior: los billetes de dos pesos habían dejado de
existir. A nadie pareció importarle que sacaran de circulación el billete de
dos pesos. Poco a poco las personas dejaron de gastarlo, sin darse cuenta de
que ya no lo tenían en la billetera. No había razón, realmente, para que a
alguien le importara. Las compras de supermercado podrían redondearse de
doscientos treinta y tres pesos a doscientos treinta y cinco y no existía mayor
diferencia. Eso sí, el tema del pan era otra historia. Pasar de cobrar ocho
pesos el kilo de pan, a diez pesos, era algo que no podía ser permitido. Así se
volvió práctica común recibir el vuelto en algún otro producto que se vendiera
en el local. En la panadería lo que antes eran dos pesos ahora equivalía a un
chipá, en la dietética te daban semillas de girasol y si ibas a la ferretería a
comprar enduído plástico, te llevabas dos arandelas. “No señor, debido a lo
dispuesto por el Banco Central no es posible que recibamos billetes de
denominación peso dos después del 30 de mayo del año 2018. Hoy es 2 de junio
señor, se le pasó el día”. Había decidido llevar un fajo de billetes al banco
para intentar que los cambiaran, pero no hubo caso. No supe qué hacer con ese
montón de papel. Los billetes permanecieron unos días bajo llave en el cuarto
de herramientas. De alguna extraña forma, la noticia circuló rápidamente de
boca en boca por todos los conocidos de la comunidad. Al finalizar el 3 de
junio, el descubrimiento agravado por el desafortunado momento en el que
decidió salir a la luz, se viralizó volviéndose un chiste internacional. Lo
poco probable del asunto lo hacía muy atractivo para ser comentado entre
amigos; en todos los medios de comunicación se dedicaba una innecesaria
cantidad de tiempo a contar chistes sobre el asunto. Finalmente, la solución se
presentó sola. El lunes por la mañana se acercó Miguel, el dueño del maxikiosco
de la esquina, para informarme que la comisión de maxikioskeros del municipio
había celebrado sesiones extraordinarias la noche anterior. Llegó a comentarme
que el debate duró varias horas, que los maxiquioscos tenían el problema de los
empleados consumiendo a escondidas lo que antes se almacenaba como un ingreso,
que con los billetes de dos pesos estaban mejor. Al final me comentó que se
había resuelto adquirir los billetes de primera mano para usarlos como producto
de intercambio. Me ofrecía cambiar cinco mil pesos en billetes de dos para ser
distribuidos entre los distintos maxikioscos del Municipio. Por supuesto, así
lo hicimos. La reaparición en el municipio del billete de dos pesos fue
recibida con suspicacia por el consumidor de alfajor de chocolate y
sandwichitos de miga. La noticia de que el vuelto no iba a ser entregado en
caramelo generó muchas preguntas. Finalmente, luego de una pequeña explicación,
se lo adoptó y la solución pareció funcionar. El problema empezó cuando el
comprador de tiras de pan se negaba a recibir el vuelto en chipá. Por alguna
razón, la conveniencia del billete reintroducido hizo que pronto cualquier
local del municipio que no los poseyera fuese considerado como un aventajado
queriendo aprovecharse de su clientela. El consumidor exigía recibir su vuelto
en el billete correspondiente. Yo, por otro lado, recibía llamados telefónicos
preguntando si todavía tenía suficientes billetes como para vender algunos. El
hecho llegó nuevamente a los medios de comunicación pero esta vez las
declaraciones fueron de análisis sociopolítico más que de burla. A todos le
sorprendía lo que estaba sucediendo en el municipio. Se hablaba de una moneda
sin ninguna autoridad que la respaldase. Algunos aprovechaban para apuntar en
contra de la inoperancia del gobierno nacional, llevando adelante políticas con
consecuencias desastrosas para el orden público. Otros vaticinaban a favor de
la desaceleración de la inflación y comentaban que el billete había hecho su
reaparición dado que ahora ya era necesario nuevamente. Desde distintos centros
académicos surgieron papers que explicaban lo sucedido retomando teorías
marxistas y foucaultianas, enalteciendo el cambio en las relaciones de poder y
los beneficios de la organización colectiva. Poco se dijo en respuesta de esos
papers: solo trascendieron algunos comentarios de economistas libertarios,
donde explicaban que lo ocurrido era producto del proceso natural del libre
mercado, actuando consumidores y vendedores sin la intervención de
instituciones gubernamentales corruptas y abusadoras. Los más habidos para el
comercio comenzaron a vender mercancía de celebración. Al finalizar el 5 de
junio, podían encontrarse por todo el municipio, remeras, calcomanías y gorras
con el dos pesos estampado como insignia. El billete se convirtió en el nuevo
símbolo de la comunidad. La trascendencia política del asunto ocasionó que el
ministro aprovechará la oportunidad para proclamar al billete como la moneda
oficial del ministerio, lo que agravó aún más el asunto al introducir la
inconstitucionalidad del hecho en el debate público. Se decretó al 6 de junio
como el día oficial de celebración al billete y se decidió organizar en el
Centro Cultural del ministerio la I Jornada Internacional de billetes de dos
pesos. Rápidamente aparecieron varios nombres populares entre los principales
expositores. Iban a tratarse temas como “El rito y la disertación como forma de
avance económico” o “La genealogía de la moneda y el simbolismo de Mitre”.
Entre las distintas actividades artísticas planificadas, se practicaría
serigrafía en la sala principal, donde se le agregaría al billete, del lado
izquierdo, unas insignias que profesaban “República de San Vicente”. El 7 de
junio entre al cuarto de herramientas de la casa de mi abuelo: ya no había más
billetes y al fin pude sacar la soldadora.

Esculturas a pedido · 192 weeks ago